martes, 10 de diciembre de 2013

De rave markets y cervecerías belgas

Cualquiera que haya malgastado unas horas conmigo sabe que tengo poco interés en el mundo de la ropa, los complementos y demás atavíos innecesarios; de hecho, mientras escribo procuro recordar, sin mucho éxito hasta ahora, cuándo fue la última vez que compré algo de vestir. Si cambiamos los atuendos por las discotecas, la indiferencia deriva en desgana y una sensación de ridículo producida por unos chicos que cada año bailan mejor. Qué mejor plan para un sábado por la tarde que unir ambas aficiones.

Lo que iba a parecer el infierno terminó por ser un paseo entretenido gracias a que A. se dejó fotografiar mientras hacía lo que las personas normales -sabe camuflarse bien- en cavernas como aquella, así que hice de fotógrafo y perchero. Por mi parte, lo único que guardo en la memoria fue un vinilo del álbum Travels de Pat Metheny, pero como además del vinilo habría tenido que comprar un tocadiscos pensé que tal vez no merecía la pena.




Cuando pudimos respirar de nuevo ya era de noche y nos apetecía algo de comida que acompañara a las cervezas que íbamos a cenar. Fuimos a uno de los belgas más populares de Madrid, Cafeeke, el cual conocía gracias a que mi amiga Ana me sacaba de vez en cuando a socializar y probar lugares diferentes.

Estuvimos en la segunda planta, en la que apenas había gente y se podía hablar con tranquilidad; a ella le recordaba a las brasseries de Straßburg y su sonrisa me obligó a sacar de nuevo la cámara.
Coincidió que el camarero era un joven belga que había empezado a trabajar ese mismo día, por lo que nos dejamos aconsejar por él con la condición de que las cervezas fuesen afrutadas y de fermentación alta -las belgas de toda la vida- y nos quedamos con una Tripel Karmeliet y una Leffe Vieille Cuvée.
Durante un buen rato dudamos si pedir croquetas de caballo (Bitterballen) además de salchicha belga (Frikandel) y finalmente nos decidimos. Un acierto.

Tanto la comida como las cervezas estaban muy buenas, quizá por eso no doliese tanto pagar cuatro o cinco euros por una copa. De postre, una cerveza más suave para asimilar un día de contrastes y sabores tan intensos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario