martes, 11 de mayo de 2010

C.

C. me saca de quicio, y yo a ella. Es que a veces tiene momentos de bipolaridad, y yo también. La diferencia es que ella habitualmente está como una cabra (siento incluir a los bóvidos en esto) y a mí me cuesta sonreír. A C. le gustan los insectos y le encantan las plantas. A mí no. C. sabe bailar. Yo no. La memoria de C. es prácticamente inútil. La mía no.

La primera vez que hablamos salí corriendo a los cinco segundos de hablar con ella. Las siguientes veces ya duramos algo más, tampoco mucho porque los recreos del instituto no daban para largas conversaciones. A los dos nos encanta leer y creo que eso ayudó a que todo encajara.

Ahora han pasado casi dos años y no nos hemos prestado un solo libro, pero todavía nos aguantamos. Hemos compartido té, hemos compartido conciertos, nos hemos matado e incluso nos hemos besado, aunque en esto no somos compatibles. Hacemos el loco en todos lados. En bares, en la playa, en la calle, en la biblioteca.

Porque es la única persona que me trata de Don. Porque le enseño un grupo de música y tiempo después viene corriendo a ponerme lo último que "ha descubierto". Porque es una
romántica de las del XIX. Porque no hay día que no me descojone con ella. Porque le gustan las cosas en blanco y negro. Porque nunca me canso de quitarle la coleta y ella insiste en recogerse el pelo. Porque aunque no tenga ganas de escucharla ella me cuenta cualquier cosa, porque sabe que en realidad sí que me apetece. Porque le cambia la voz al cantar. Porque es una de las personas en la que más confío.

Un abrazo pequeño estorbo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario